El practicante de Aikido que supera los primeros años de práctica, va descubriendo que el camino del Aikido no tiene fin. Algunos, al descubrir esto, abandonan, pues solo están centrados en objetivos. Nuestro arte es un Do, un camino, y como tal, no tiene meta. El pulimiento personal siempre puede ir más allá.
Aikido es un estudio del espíritu, de la esencia, del origen de todo. A través de la práctica, vamos descubriendo distintos niveles de conexión con el compañero. También observamos como nuestro cuerpo cambia y es capaz de moverse con mayor facilidad. El Budo original, y el Gendai Budo(o Budo moderno) en especial, nació con este objetivo: descubrirse a si mismo y mejorarse. Sin la competición, Aikido mantiene este objetivo original.
Los que hemos practicado muchos años, sabemos esto y ya no nos planteamos un fin, tan solo deseamos poder seguir practicando, porque nos da equilibrio, calma, disfrute, vida.