Saber estar, saber ser, es una máxima de la educación. Aikido brinda un espacio idóneo para este estudio. En una clase de Aikido se suceden momento de máxima actividad con momentos de calma. Además, existe todo un protocolo para entrar al tatami, saludar, iniciar la clase, dejar los zapatos, salir del tatami, etc.
El protocolo o la etiqueta permiten al practicante alcanzar un grado máximo de confianza cuando está en el Dojo. El niño o niña saben que ocurrirá y como ocurrirá, en cuanto a todos los aspectos organizativos. De esta forma, pueden centrarse al máximo en aprender y además pueden estar tranquilos.
Hay un dicho que dice así: “La etiqueta conduce a la confianza, y la confianza conduce a la amistad.”
Un pequeño que aprende a ser cordial con los demás, a cuidar el espacio que usa y a respetar momentos de silencio entre juego y juego, está consiguiendo mucho para su futuro.